Con el objetivo de no malgastar el tiempo, de mantener un eufórico presente continuo, el mercado ofrece productos y mensajes destinados al consumo inmediato, preferiblemente de un solo uso, de rápida eliminación y sustitución.
En el presente del sistema consumista (la gran ideologÃa de nuestro tiempo), donde no hay memoria, la lógica del reciclaje alcanza su verdadero sentido en el uso que los consumidores fracasados dan a los deshechos cuya obsolescencia programada marcó su camino al vertedero. Un uso que señala su vida en un presente de segunda categorÃa, falso, despojado de toda novedad, que a su vez nos indica el lugar no solo de los restos del consumo sino también el de la población superflua, el lugar de los residuos.